¿Son peligrosas

las Navidades?

Como decía mi abuela…

Hay tantos codos rozando la jarra que sólo faltaba ver quién le hacía caer al suelo

Las Navidades no son peligrosas, lo peligroso es cómo nos las tomamos. Tenemos faena, ¡¡vamos a por ello!!


Silla Vacía

Síndrome de la silla vacía

Vamos a ir directamente al caso peor y totalmente real: ha fallecido alguien relativamente joven y recientemente. Esa persona era un poco el nexo de unión de la familia, con lo que más que una silla vacía sería un sofá de siete plazas totalmente vacío.

La primera tentación es intentar cubrir ese espacio. Suele ser una mala idea, porque se conseguirá dos cosas:

  1. Demostrar más si cabe que está vacío, porque no es lo mismo.
  2. Que la persona que lo intente se sienta fatal porque le estarán comparando todo el rato.

Ante esta cuestión, la mayor naturalidad, el recordar a la persona si se presta aunque intentando que no sea el tema central, es la mejor opción. Sé de gente que quiere evitar la fiesta o quedar todos como si fuera una cena más. Todos estos intentos suelen insultar a la inteligencia y los sentimientos de las personas.  Insisto: cuanta más naturalidad y empatía tengamos (pero no crucemos la línea de sentir lástima ni ser unas plañideras), mejor.

Ni contigo ni sin ti

Las parejas, especialmente cuando ambos trabajan, entran en algunas ocasiones en una rutina muy marcada. Compartir demasiado tiempo puede ser hasta peligroso, lo que resulta en peleas, riñas o deseo de volver al trabajo.

La primera pregunta es: ¿has decidido si quieres quererle o no? Se trata de una decisión que todos tomamos de manera inconsciente, pero que debemos hacerlo de forma consciente. Si queremos quererle y disfrutar de su compañía, hay algunas cosas que podemos hacer, a saber:

  1. Busca cosas en común que os gusta hacer.
  2. Interésate por lo que él / ella quieren hacer y acompáñale.
  3. Haced algo diferente y, si tenéis hijos, solos: ¿has probado ir a un Scape Room? Es un trabajo en equipo fantástico y que puede uniros.

Consumismo desmesurado

Estoy harto de oír que las Navidades son un consumismo brutal; hay incluso quien dice sin rubor que las Navidades no son ecológicas. Como solía decir, lo malo de llevar siempre los oídos puestos es que te expones a escuchar cada tontería…

Veamos: somos nosotros – no las Navidades – los consumistas. Prueba a «hacer un regalo» en vez de «comprar un regalo». Prueba a «pensar en el otro» no en «el precio». Las Navidades nacen en nuestro corazón, no en nuestro bolsillo, y podemos vivirlas dando lo más preciado: nuestro tiempo a aquellos que se lo merecen y en ocasiones, como están ahí, los ignoramos.



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