La relación con nuestros hijos pasa por una evolución continua: primero es una relación de dependencia, en la que ellos dependen de nosotros (para comer, para andar, etc.). En este punto, pese a físicamente (e incluso psicológicamente) puede desgastarnos, es mucho más fácil que cuando evolucionan y pasan a una etapa de rebeldía, de independencia.
Para empezar, el mejor momento para tener una buena comunicación con tu hijo adolescente fue hace 10 años. El segundo mejor momento es ahora mismo. Hay que entender que las conexiones neuronales de su cerebro están reestructurándose: si te dejan la habitación hecha unos zorros, así tienen el cerebro.
Daría para todo un libro – de hecho hay muchos – pero lo mejor es empezar por tranquilizarse y entenderle. Hay varios trucos que os adelanto, pero aquellos que estéis interesados en mejorar la relación con vuestros hijos podéis escribirme a mimentor@mentordevida.com y veremos juntos vuestro caso para que podamos mejorar de forma rápida y consistente esa relación.
Después tenemos el otro extremo de la vida, cuando nuestros padres se hacen mayores. Siguiendo con esa línea del tiempo que hemos descrito, nuestros hijos pasaron de una dependencia a una independencia. Si todo va bien (no siempre ocurre ni mucho menos), el siguiente paso es la interdependencia (yo solo puedo, pero juntos podemos hacerlo mejor).
Nuestros padres pasan a un paso parecido hacia la dependencia. El problema es que el ser humano no suele aceptarlo (¡¡y es bueno no conformarse!!). Mediar con esta situación es difícil, como os comento en el podcast de esta semana que os dejo a continuación.
Ahora te toca a ti
Tanto si has decidido como si no hacer el ejercicio piensa, como siempre, qué puedes ganar y qué puedes perder. Además, si me envías el ejercicio hecho tendrás una sesión de coaching online individual gratuita.
¡¡Anímate y empieza a transformar tu vida en tu sueño!!
