Uno de los pilares del crecimiento personal (PNL, inteligencia emocional, etc.) es tomar plena responsabilidad de todo aquello que nos pasa y que hacemos.
En este artículo vamos a repasar a qué nos referimos por soledad, por qué puede ser buena y, sobre todo, por qué nos afecta. Tenemos faena, ¡¡vamos a por ello!!
Vamos a ir directamente al caso peor y totalmente real: ha fallecido alguien relativamente joven y recientemente. Esa persona era un poco el nexo de unión de la familia, con lo que más que una silla vacía sería un sofá de siete plazas totalmente vacío.
La primera tentación es intentar cubrir ese espacio. Suele ser una mala idea, porque se conseguirá dos cosas:
Ante esta cuestión, la mayor naturalidad, el recordar a la persona si se presta aunque intentando que no sea el tema central, es la mejor opción. Sé de gente que quiere evitar la fiesta o quedar todos como si fuera una cena más. Todos estos intentos suelen insultar a la inteligencia y los sentimientos de las personas. Insisto: cuanta más naturalidad y empatía tengamos (pero no crucemos la línea de sentir lástima ni ser unas plañideras), mejor.
La soledad puede ser buena
Especialmente si es nuestra elección, pero es importante que si nos sentimos solos empecemos por aprovecharlo para tener un momento de recogimiento. La reflexión es una de esas herramientas que rara vez utilizamos y que nos puede ayudar en gran manera.
Imagínate que han pasado diez años, veinte, treinta…cien, doscientos. Eres un alma que vuela libre y empiezas a recordar vagamente aquellos años que viviste en la Tierra. ¿Qué recuerdos te gustaría olvidar? Ves un agujero negro y decide deshacerte de esos recuerdos como quien quita capas a una cebolla…la perfección no está en tener mucho, sino tener lo adecuado…en tu cabeza.
Ámate para no sentirte solo
La gente que sufre soledad suele tener una baja autoestima. Oscar Wilde, en El Abanico de Lady Windermere escribía «amarse a sí mismo es el inicio de un idilio que puede durar toda la vida».
Empieza por buscar qué te gusta de ti mismo, qué es aquello que disfrutas hacer, empieza a quererte para poder disfrutarte. Si tú mismo no te quieres, ¿cómo te va a querer alguien más?, ¿eres la clase de compañía que tú mismo disfrutarías? Empieza a ser la persona con la que te gustaría estar.
No busques gente, comparte pasiones
En una sociedad tan digitalizada, hemos perdido el contacto visual (el Eye to Eye que dicen los anglosajones). Especialmente si tienes hijos, dejas de tener tu vida para cumplir su agenda (extra escolares, socialización, exámenes…); nadie te ha pedido que te abandones, eres tú mismo el que lo ha hecho.
No busques personas, sino que desarrolla tus pasiones y encontrarás gente con la que compartirlo.
